Por Andrés Cardiff
Una voz sentencia "todos esperamos esas palabras mágicas que nos transforman en perro... en dioses... en sombra."
Marcas escarba la huella que deja la mujer cuando es madre y moldea con o sin querer el derrotero de la mujer que sale de ella o del hombre que también puede parir y sesgar. Habla de la autodefinición filosófica de uno mismo en soledad y de la autodeterminación ante la figura de ese ser en estado de conflicto que configura un constante presente y un constante pasado. El peso de la dependencia con la figura ambiguamente nociva y gestora del ser hace que todo sea un continuo avance desde la duda: ¿Soy quién quiero ser o lo que me dejan ser? ¿Elijo por lo que soy o por lo quiero evitar ser? ¿Soy protagonista de mi propia historia o soy solo el devenir de estar continuamente midiendo y evitando una historia que no es mía o, al menos, que no es mía del todo?
Esta es una historia o, más bien, un desandar reflexivo con el que Leneas gusta de experimentar con las voces y con el escenario 3D: una dramatización con personajes (en realidad son voces cavilantes y antropomorfas) con espectadores en tres de cuatro flancos (de frente, desde la izquierda y desde la derecha). Además, ya utilizada en Retazos, hace uso de la utilería metafórica sin reparar en la ambigüedad o en la amplitud de indicios que van a un metamensaje, es decir, a una moraleja abierta, llena de lírica pero sin digerir y sin sentencias. Esto deja al espectador el trabajo tomar para sí aquello que sea útil para trabajar su subjetividad, para hipotetizar un desenlace, para empatizar con el dolor del niño hombre o la niña mujer que estando solo/a no podrá escapar de su sombra hasta que se permita ser quién ya siempre fue.
Esta es una historia o, más bien, un desandar reflexivo con el que Leneas gusta de experimentar con las voces y con el escenario 3D: una dramatización con personajes (en realidad son voces cavilantes y antropomorfas) con espectadores en tres de cuatro flancos (de frente, desde la izquierda y desde la derecha). Además, ya utilizada en Retazos, hace uso de la utilería metafórica sin reparar en la ambigüedad o en la amplitud de indicios que van a un metamensaje, es decir, a una moraleja abierta, llena de lírica pero sin digerir y sin sentencias. Esto deja al espectador el trabajo tomar para sí aquello que sea útil para trabajar su subjetividad, para hipotetizar un desenlace, para empatizar con el dolor del niño hombre o la niña mujer que estando solo/a no podrá escapar de su sombra hasta que se permita ser quién ya siempre fue.