Avellaneda:
cuna de la Impro en zona sur.
por Andrés Cardiff.
Chechi Savoia. Recuerde
el nombre, querido lector. ¿Cuántas veces propuestas culturales nos agradan y
desconocemos a su gestor, la persona detrás que tradujo ideas en acción? Esa es
una injusticia propia de la naturaleza humana que desde aquí procuramos abolir
en porción alguna y a la que invitamos a que deje de suceder en su persona, con
el simple hecho de recordarlo: Chechi Savoia, la profe de impro en el Teatro de
la Cuadra.
Sucede que esta mujer
tuvo una idea que lleva a cabo con una entrañable “manga de desacataos” que son
su grupo de alumnos que en la última oportunidad rondaban entre diez y doce
acólitos, que han tenido la inmejorable idea de crear el grupo SOCIOS
presentándose el primer sábado de cada mes. Marcos, Alfredo, Florencia,
Graciela, Patricia, Laura, Gonza, Gabriela, Patricio, Leo, Mabel, Patricio,
Maru, Hernán y Gise.
La IMPRO (“Improv”, en
inglés) es una práctica irreverente de exigir a cuerpo y mente a crear un
puente dinámico y constante mediante el ensayo de micro mímesis cuyos
condicionantes son pautados con el público en el momento y promete una noche de
puro disfrute y picardía. Cada instancia, cada propuesta, se le llama “juego” y
tiene sus pautas bien marcadas que terminan siendo para quien ejecuta y para
quien atestigua, un desafío de coordinación, memoria e inventiva:
·
Sólo preguntas: la consigna es que en un lugar elegido
por propuesta del público (esto hay que recalcarlo) los participantes solo
pueden mantener un diálogo en tono interrogativo, y es el público el sensor que
detecta el error que elimina a un participante para que sea reemplazado por
otro.
·
La letra prohibida: dos participantes deben entablar
una charla o iniciar una situación a partir de una noticia de la actualidad y
estar pendientes de no utilizar una letra al azar. La presión aumenta cuando la
letra está en medio de una palabra clave del tema y genera gran expectación la
manera en que el participante se ingenia para evitarla.
·
Switch: dos participantes, cada uno con un rol curioso
y en una situación particular ambas cosas propuestas por el público; deberán
sobrellevar dicha situación y al pitido de la profesora (que siempre lleva
silbato), deben intercambiar roles haciendo el primero lo que hacía el otro. En
alguna ocasión se pudo ver una simulación de parto donde el padre pasa tras un
pitido a ser el parturiente, por ejemplo.
·
El último apaga la luz: este tiene tres participantes.
Cada uno ejecuta un rol y al finalizar la improvisación, el público elimina por
intensidad de aplausos a uno de ellos. Los restantes deben suplir el
participante faltante en una nueva improvisación tras la cual quedará uno solo.
El último que “apaga la luz” debe hacer su rol y los dos restantes. Al borde de
la esquizofrenia.
Hay varios más, pero la
idea es que los sorprenda.
No son chistes. No es
una obra de teatro. Es algo más. El mundo de la IMPRO coexiste con el de todos
nosotros en algunos rincones del orbe y se asoma cada tanto; consigue adeptos
en la práctica y en la audiencia; genera adrenalina y liberación, risas y
catarsis; plantea un desafío mental, de coordinación, de ruptura de límites al
mundo interno y hacia la conducta externa. Es divertido, hilarante, tan
complicado como atractivo. Es Chechi Savoia y el grupo SOCIOS quienes nos traen
esta propuesta: no hay que perderlos de vista.
Se la pasa muy bien con los chicos.
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