Avellaneda,
30 de Noviembre de 2012.
La
gala despedida de Socios Impro fue inmejorable.
Chechi Savoia y sus alumnos tuvieron
la genial idea
de convertirlo en musical.
por
Andrés Cardiff.
El grupo Socios Impro tuvo su función de cierre
del año el pasado viernes 30/11. La gente del Teatro de la Cuadra, sito en
French 84, pudo verlos y despedirlos hasta que vuelvan en febrero del año
próximo.
Fans de la Impro y algunos iniciados fueron a
verlos de muchos lados e hicieron cola en la puerta desde una hora antes. La
fila de gente llegaba casi hasta media cuadra. Toda esa multitud entró a la
sala y recibió un número que prometía un sorteo con premio sorpresa al final.
En definitiva el comienzo se demoró unos minutos porque no alcanzaban los
asientos e improvisaron con pequeños almohadones en el piso. La casa es chica
pero el corazón es grande.
Se apagaron las luces. Martín, dueño y soporte
del lugar, tomó el micrófono e hizo la introducción. Entraron primero las
chicas, todas de rojo y pantalón negro, con la música de “Wonder woman” que
tuvo una coreo mitad ensayada mitad improvisada. Luego fueron los varones al
ritmo de “Macho man”, de los Village People, presentación hecha de igual manera
que las chicas ya que se buscaban entre ellos para hacer poses sacando músculos
y no siempre se encontraban. Desprolijidad obvia y bienvenida en cualquier
evento de Impro.
La última instancia de la presentación fue la
que tuvo a Chechi Savoia como protagonista. Con la canción que popularizara
Susana Giménez en la TV, hicieron su presentación como grupo SOCIOS, cada uno
con un antifaz colorido haciendo merecido tributo a su profesora:
“…detrás
de todo, solo hay una mujer,
ni una
diva total, ni una mujer fatal;
ES
CHECHI, ES SIEMPRE IGUAL”
Chechi entró alzada por dos caballeros en una
caricaturesca pose de diva. Siguió una coreo breve y comenzó el show
propiamente dicho.
Los momentos más graciosos fueron ver cómo se
las arreglaban para no decir la letra “A” y hablar de la noticia de que unos “alumnos
quemaron la alfombra del aula magna”,
ya prever que el personaje que entraba en el tercer juego debía ser
incontinente de sus gases, ver cómo la traductora inventó un gesto para decir
“Noruega” en el lenguaje de señas, notar cómo los dos últimos chicos que le
cantaban a la tía Inés casi empezaban a odiar a la primera por lo difícil de la
rima, observar que un gaucho subió a un auto a contar un chiste que no tenía
remate y que luego un militar diera sus direcciones con la mayor rigidez
posible, atestiguar en “relator deportivo” por primera vez la más feroz
competencia de pelar pollos que debe existir en donde los participantes se
golpeaban por ganar a cámara lenta, encontrarse con los mil usos de la sopapa
en el juego “changuito” y que sea un arco de violín, que sirva para tirar agua
bendita, un antiguo estetoscopio en un quirófano asistido por varios enfermeros
y un pochoclero. En fin, muy buena inventiva y un show de excelente calidad.
Como si esto hubiera sido poco, la noche tuvo
además un agregado. Se hizo un sorteo por un champan. Dos niños de la audiencia
de no más de 4 años fueron al frente para que uno saque un número y el otro lo
diga en alto.
Muchas felicitaciones al Teatro de la Cuadra de
Avellaneda por tener el buen tino de darle un espacio a esta gente que da mucho
más de lo que recibe.
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