lunes, 21 de enero de 2013

Crónica zsurcultista: Ernesto Pierro, un corazón que escribe. Por Matias Mauricio.



ERNESTO PIERRO: “UN CORAZÓN QUE ESCRIBE”


Por Matías Mauricio

  Nacido en el reino del tango es decir en el mitológico barrio Boedo, Ernesto pertenece a la estirpe de los letristas que escriben con la simpleza de lo profundo, que es la hondura del misterio. De allí que sus canciones se adentren en el corazón del que las oye.

  El almacén de infancia, la mirada melancólica de los perros vagabundos, un amor boyando en el ayer, su San Lorenzo amado y sufrido a precio de vida, son la argamasa del poeta.

  Quien se atreva a entreabrir el telón de sus canciones podrá dar por ejemplo, con esta nostálgica confesión “Y el cordón raído, puerto desolado/ de mis encallados barcos de papel./ Y los pocos sueños que han quedado ilesos/ sienten mi regreso calle Butteler. (Calle Butteler, Pierro - Cosentino) o esa hermosura de escribirle “al Nano”, “Catalán… contame alguna historia de partos o piratas/ o de aquel cartón piedra que conoció el amor/ o de ese pueblo blanco que cuelga de un barranco/ o de locos bajitos que nos dirán adiós. (Tango para el Nano Serrat, Pierro - Cosentino).
  
  Cantado por los mejores vates de la actualidad tanguera, llámense: Raúl Lavié, Carlos Rossi, Carlos Varela, Jacqueline Sigaut, entre otros… Ernesto, -de amor incansable- suelta sus pájaros. Nosotros, los seguimos!
Hasta el próximo poeta, si Pichuco y los astros lo permiten.
  


 

ALMACÉN




Letra: Ernesto Pierro
Música: Osvaldo Tubino


Aún creo estar mirando
tus manos delicadas
haciendo un envoltorio
con calma y devoción,
formándole orejitas
con el papel de estraza
para mi compra escasa
de azúcar en terrón.

Si paso por la puerta
te silbo como entonces
y el eco del silencio
contesta con tu voz.
Te espero tontamente
soñando que una noche
se suban las persianas
y te aparezcas vos.

Almacén...
que te vio despachar
con la yapa de dar tu sonrisa también.
Almacén
yo quisiera comprar
por mirarte mirar y mirarte también
Almacén
que cerró alguna vez
y que luego un cartel ofreció en alquiler
Almacén...
Y te fuiste después.
Y nos vio sollozar...
Almacén...

Aún creo estar tomando
tus manos nuevamente
en el portón de enfrente
-mirando al almacén-
junando que no salgan
tus viejos a buscarte,
ansioso por besarte
y por tu amor también.

Te veo despachando
alegre y orgullosa,
tomando, primorosa,
la pala de latón.
O por la noche darme
permiso, sigilosa,
para entibiar tu rosa
detrás del mostrador.

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